Padre Lawrence Bausch
En nombre del único Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amen
En cada año de nuestro calendario litúrgico, leemos en Juan 10 el cuarto domingo de la Pascua. En el año A, leemos los versos 1-10. La mitad de esta lectura, vemos dos declaratorias que juntas describen el carácter de nuestra relación con Jesucristo: él llama a los suyos por su nombre, y notros conocemos su nombre. Hoy veremos algo de lo que estos versos revelan y consideremos algunas maneras por la cuales podemos vivir esta relación bajo nuestro actual aislamiento físico.
En Juan 10:3 leemos, “Llama por nombre a las ovejas”. En el mundo primitivo, los nombres eran ventanas hacia las personas que los llevaban; el nombre de una persona revelaba, de maneras significantes, quién era esa persona. Puedo recordar haber crecido en los años ‘50s y ‘60s, los niños no podían referirse a los adultos por su primer nombre. Esto se entendía como algo “demasiado familiar”, una violación de normas sociales en la que el divulgar el nombre de uno era una invitación hacia una intimidad más profunda. Necesitamos apreciar esta historia ara poder entender completamente lo que significa ser llamado por nuestro nombre por Jesús.
En la historia del Antiguo Testamento, las personas eran principalmente identificadas por su tribu o raza y más que por su nombre hasta el Exilio en los años 500s. Fue solo después de la pérdida de la “Tierra Santa” y destrucción del templo que vemos el Desarrollo de la importancia del individuo. En el capítulo 18, el profeta Ezequiel dice que, a partir de hoy, el juicio será para los individuos; en el capítulo 31, el profeta Jeremías nos revela el “Nuevo Pacto” por venir, el cual será escrito en cada corazón de la persona y no en algo externo como unas tablas de piedra. Ser llamado por nombre por Jesús el Buen Pastor significa que nos conoce a cada uno de manera muy profunda. En Juan 10:14-15 escuchamos a Jesús decir, “Yo soy el Buen Pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo lo conozco a él, y doy mi vida por las ovejas”. Él es el único en quien podemos confiar completamente.
En Juan 10:3-4, leemos, “El portero le abre la puerta, y las ovejas oyen su voz. Llama por nombre a las ovejas y las saca del redil. 4 Cuando ya ha sacado a todas las que son suyas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque reconocen su voz.” Esto revela la manera básica en que reconocemos su voz: nos llama por nombre. Como hemos visto, esto nos indica que él nos conoce profundamente y podemos confiar en él. Cuando estaba en la Universidad, antes de convertirme en un cristiano predicador, recuerdo haber recibido una llamada telefónica de un estudiante que decía conocer mi más profunda necesidad y me dijo algo del Evangelio. Sin embargo, no lo escuche muy bien, principalmente porque todavía no se había ganado mi confianza: ¡él pronunció mal mi nombre, ni siguiera se tomó la molestia de preguntar si lo había pronunciado bien! ¿Cómo podía él decir que me conocía profundamente si ni siquiera me conocía por la superficie?
Aquellos que no son fieles en lo poco no seles darán cosas más grandes (ver Lucas 16).
Mientras crecemos en Cristo, aprendemos más y más a “escuchar su voz” de varias maneras. La escuchamos en la iglesia, en nuestra alabanza, las Escrituras y las voces de nuestros hermanos y hermanas en nuestras reuniones. Aprendemos al compartir nuestra fe íntimamente, con un sacerdote, un hermano o hermana en Cristo. Aprendemos al estudiar, en la oración y en el servicio. ¡Mientras más escuchamos con confianza, más humildes nos volvemos, ya que vemos cuan frecuentemente no estamos escuchando de verdad! Esto describe la aventura de crecer en Cristo, un proceso que probablemente no puede ser completado en esta vida terrenal.
¿Cómo podemos intentar escuchar a Cristo más profundamente y seguirlo de manera más active en este momento?
Básicamente, sugiero que continuemos con las cosas que hemos estado contemplando hasta ahora en esta temporada-
1. Oración que nos haga reflexionar y meditar,
2. Ofrecer actividades para la gloria de Dios y que las compartamos con Él,
3. Buscar a los demás,
4. Estudio y comunión espiritual.
Los discípulos de vida cristiana no cambian, para ser exactos, sino que, al esforzarnos a seguir la voz de Dios de manera más deliberada, podemos ver su luz brillar en áreas que no hemos considerado todavía.
Así que, sugiero que mientras hablamos los unos con los otros esta semana, saquemos este tema. Compartamos lo que hemos estado “escuchando”, cómo intentaremos “redimir el tiempo”. ¡A veces tan simple como lo que uno de ustedes hace para pasar el tiempo podría ser la vía por la cual Jesús le hable a otra persona!
COLECTA para el DOMINGO DEL BUEN PASTOR
Oh, Dios, cuyo Hijo Jesucristo es el Buen Pastor de tu pueblo: concédenos que, cuando escuchemos su nombre, le reconozcamos a él que nos llama por nombre y lo sigamos adonde nos guía; quien contigo y el Espíritu Santo, vive y reina, un solo Dios, por siempre y para siempre.
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